Título: Las 999 mujeres de Auschwitz
Autor: Heather Dune Macadam
Editorial: Roca
Isbn:9788418014581
Nº de páginas: 430 págs
Encuadernación: tapa dura
Lengua: castellano
Temática: Hitoria contemporánea
Formato: papel
SINOPSIS
El 25 de marzo de 1942, cientos de jóvenes mujeres judias y solteras abadonaron sus hogares para subir a un tren. estaban impecablemente vestidas y peinadas, y arrastraban sus maletas llenas de ropa tejida a mano y comida casera. La mayoría de estas mujeres y niñas nunca habían pasado ni una noche fuera de casa, pero se habían ofrecido voluntariamente para trabajar durante tres meses en época de guerra. ¿Tres meses de trabajo? No podía ser algo tan malo. Ninguno de sus padres habría adivinado que el gobierno acababa de vender a sus hijas a los nazis para trabajar como esclavas.Ninguno sabía que estaban dstinadas a Auschwitz.
Los libros de historia han podido pasar por alto este hecho, pero lo cierto es que el primer grupo de judíos deportados a Auschwitz para trabajar como esclavos no incluía a combatientes de la resistencia, ni a prisioneros de guerra, no. No había ni un solo hombre prisionero en esos vagones de ganado. era un tres de 999 mujeres, vendido a la Alemania nazi por una dote de 500 marcos alemanes, el equivalente a 200 euros.
Estas 999 mujeres jóvenes fueron consideradas indignas e insignificantes, no solo porque eran judías, sino también porque eran mujeres. Estas chicas eran peones en un gran plan de destrucción humana, pero frustaron ese plan al sobrevivir y dejar su testimonio a sus familiares.
Un libro impresionante. Me ha gustado mucho conocer la historia de estas jóvenes que partieron de sus casas siendo unas niñas y que la dureza que tuvieron que sufrir las convirtieron en unas en adultas.
No se sabe a ciencia cierta, y quizá no se sepa nunca, el número exacto de personas transportadas a Auschwitz entre 1941 y 1944, ni quién murió allí, a pesar de que la mayoría de los investigadores aceptan la cifra de un millón. Pero Hearther Dune Macadam sí sabe exactamente cuántas mujeres de eslovaquia fueron a parar al primer convoy que llegó al campo el 26 de marzo de 1942. También sabe, gracias a la investigación meticolosa en archivos ye ntrevistas a supervivientes, que aquellas casi mil mujeres judías, algunas con apenas quince años, las recogieron de toda eslovaquia en primavera de 1942 y les dijeron que las enviaban a realizar un servicio laboral para el Gobierno en la Polonia recién ocupada y que no estarían fuera más que unos pocos mesos. Muy pocas regresaron.
La orden dirigida a judías solteras de entre dieciséis y treinta y cinco años para que se registraran y llevaran sus pertenencias a un punto de encuentro no resultó alarmante al principio, a pesar de que algunas familias clarividentes hicieron desesperados intentos por ocultar a sus hijas. De hecho, muchas chicas consideraron emocionante la idea de ir a trabajar al extranjero, sobre todo porque se les aseguró que volverían pronto a casa. Su inocencia hizo que la sorpresa de llegar a las puertas de Auschwitz fuera más brutal.
A principios de marzo, 999 alamanas llegaron de ravensbrück, que ya tenía 5000 prisionera y no daba cabida a nadie más. Habían sido seleccionadas como funcionarias adecuadas antes de salir para supervisar los trabajos de las jóvenes judías, que incluían derruir edificios, limpiar el terreno, cavar, transportar tierra y otros materiales, además de cultivar y cuidar del ganado. Así podrían relevar a los hombres que ya vivían en Auschwitz. las jóvenes eslovacas, que provenían de familias numerosas y cariñosas, acostumbradas a la mabilidad y a las comodidades de la vida, tuvieron que soportar que les gritaran, que las desnudaran, que les raparan el pelo. Tuvieron que soportar pases de revista a la intemperie, andar descalzas por el barro, pelear por la comida, soportar castigos arbitrarios y trabajar hasta la extenuación. Las mujeres supervivientes, tras adquirir cierta fortaleza física y mental, idearon estrategias para sobrevivir: se prestaban voluntarias para los trabajos más desagradables y hallaban seguridad cosiendo, en las tareas agrícolas o en las oficinas del campo. Se hicieron expertas en evitar los exámenes diarios para seleccionar a las más débiles. las más afortunadas encontraron ocupación en "Cánada", lugar donde se seleccionaba las pertenecias que los nazis arrebataban alos judíos recién llegados. Mantas, abrigos, gafas, vajillas, instrumental médico, máquinas de coser, zapatos, relojes de pulseras eran cargamentos que regresaban en trenes a Alemania.
Las familias no sabían a dónde habían ido a parar sus hijas. Las pocas postales que llegaban, llenas de referencias cípticas a parientes fallecidos, eran tan desconcertantes y a eces tan curiosas que muchos padres se convencian de que sus hijas estaban a salvo y cuidadas. Pero con el paso de los meses el miedo creció y todo emperoró cuando empezaron a llevarse a familias enteras. Uno de los momentos más duro del libro es cuando empiezan a llegar los miembros de la familia de las chicas a Auschwitz, que fueron recibidos por las aterradas supervivientes, conscientes del destino que les esperaba a sus padres y hermanos.
Las pocas supervivientes que volvieron a casa se encontraron que sus padres habían muertos, sus tiendas estaban selladas con tablones de madera y sus vecinos se habían quedado con sus casas y posesiones.
CRITICAS
"Una narración asombrosa sobre las mujeres olvidadas del Holocausto" Gail Sheehy
"Una investigación extensa y llena de pasión. Heather Dune Macadam le da al primer transporte oficial de mujeres a Auschwitz el sitio que se merece en la historia sobre el Holocausto." Dr. Rochelle G. Saidel
"Libros como este son fundamentales: recuerdan a los lectores modernos acontecimientos que no se deben olvidar" Del prólogo de Caroline Moorehead
"Una importante historia que se une a los anales del Holocausto y al de la historia de las mujeres. cualquiera no sería capaz de manejar con tanto acierto toda esta información, pero Heather Dune Macadan está profundamente cualificada y lo hace con una brillantez sobresaliente." Susan Lacy
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