Toda la obra es una alegoría de
la lucha de generaciones de afroamericanos por conseguir el reconocimiento de
sus derechos y la igualdad en una nación de la que se sienten parte
fundamental. Una lucha plagada de sufrimiento e injusticias que quedan
perfectamente reflejadas en el guion de Sente tanto de forma explícita como de
forma alegórica mediante esa estrella de algodón negro que buscan sus
protagonistas.
El relato arranca con fuerza,
presentando la situación de los soldados afroamericanos en el frente (o más
bien alejados del mismo) y la visión de sus familias en los USA. Mediante un
extenso flashback, la acción retrocede hasta 1776 donde se nos presentan las
duras condiciones de vida de la comunidad negra, y su posicionamiento ante una
inminente creación de una nueva nación en la que aún no creen, así como los acontecimientos
que llevaron a la creación de la primera bandera de los USA. Hasta este punto
de la obra, Sente consigue atrapar al lector con un guion sólido que equilibra
el drama con la recreación histórica, y que presenta de forma muy eficaz las
motivaciones de sus personajes y la dura lucha que han llevado a lo largo de
sus vidas. Sente consigue que nos identifiquemos con ellos y sintamos empatía
por su causa.
A través de la búsqueda de la
bandera y el sufrimiento de los protagonistas en el campo de batalla, el
guionista nos muestra la injusticia que existe en el mundo y nos recuerda que
la lucha por la consecución de la igualdad de derechos costó mucho sufrimiento
y se consiguió con la suma de esfuerzos de toda una comunidad. Es en esta
parte, donde la obra pierde parte de la fuerza inicial, centrándose
exclusivamente en el relato bélico y dejando de lado a otros personajes que no
reaparecerán hasta los pasajes finales del relato. Aun así, la historia
funciona bien como relato bélico y en ningún momento el autor cae en la
tentación de edulcorar para alejarse del mensaje fundamental de la historia.
Cuzor realiza un trabajo soberbio
en todos los sentidos. La caracterización de los personajes es excelente y
tanto su expresividad como su forma de moverse los hace perfectamente
reconocibles. La recreación histórica también está muy lograda en las
diferentes época en las que tiene lugar la acción, pero donde destaca por
encima de lo demás es en el uso de la tinta para dar profundidad a los dibujos
y en el inteligente uso que hace de las viñetas panorámicas, consiguiendo un
look cinematográfico muy espectacular.
Merece una mención especial el
color mediante una paleta de colores limitada (azules, verdes, grises u ocres) se le
da a cada época y localización un tono particular que ayuda a trasmitir
sensaciones al lector. El verde para la vida castrense, los ocres para el calor
del hogar o el gris para el gélido invierno en el frente ayudan a crear una
ambientación emocional para cada escena que acentúa el mensaje trasmitido por
los autores.
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